'Doctor Who' nació en 1963 como un proyecto de la BBC para revitalizar su sección de ficción, y se escogió que fuera una serie de ciencia-ficción porque había posibilidades de mayor éxito siendo de ese género. La primera etapa de la serie tenía como prioridad no mostrar efectos especiales aparatosos pese a su filiación temática, y los medios empleados son muy reducidos.
La premisa de la serie no ha sufrido ninguna modificación en su larga historia, sobre todo debido a que su planteamiento permite múltiples variantes: nuestro héroe es un Señor del Tiempo llamado el Doctor, un extraterrestre del planeta Gallifrey que viaja en el tiempo y el espacio en una nave camuflada de cabina típicamente británica para contactar con la policía. En sus viajes ayuda a quienes lo necesitan, aunque la mayoría de los veces esos necesitados son terrestres del pasado o el futuro.
Siempre acompañándole van uno o más terrestres, los companions. A menudo, una chica joven, pero no necesariamente, y muy rara vez esa relación toma los derroteros fáciles de otras series. Esa relación, a medio cambio entre la de maestro-alumno y la de amor más o menos puro y con tintes paternales, ha generado algunos de los mejores momentos de la serie, y sin duda los más dramáticos de todos. Para poder sustituir al primer Doctor (William Hartnell) por otro actor sin cambiar el personaje, los guionistas decidieron que el alienígena cambiara de aspecto al morir, garantizando así la longevidad casi infinita de la serie (al principio las reencarnaciones eran limitadas, pero pronto encontraron cómo saltárselo).
Es curioso cómo muchísimos de los elementos argumentales y estéticos que han caracterizado a Doctor Who desde sus inicios (la TARDIS, los viajes en el tiempo, los companions, el tono alegre y familiar) se han conservado casi intocables. Eso incluye, por supuesto, a muchos de los enemigos: los Sontyarans, los Zyfgons, los Guerreros de Hielo, los Nestenes y, por supuesto, sus tres principales némesis (los Cybermen, The Master y los inmortales Daleks), que fueron creados en los años setenta o incluso antes. En el caso de los Daleks, aparecieron en el segundo arco argumental del Doctor en los sesenta, y su diseño es tan maravillosamente perfecto que no ha cambiado nada en todas estas décadas. Quizás el único enemigo reciente que ha adquirido consideración de clásico son los Ángeles de piedra.
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